Quiero confesarte vida mía que me encantas
que las alboradas de tus ojos me atraparon
y esclavizado a lo efímero de tu mirada
mi deseo único es morir en tus labios.
Quiero confesarte que solo en ti pienso
que mi mente es una nube azul-cristalizada,
que navega entre los blancos mares de tu cielo
y se ahoga en las riveras grises de tu calma.
Soy solo el fiel mendigo silente de tus pasos,
el que se desvela insistente ante tu almohada,
el que se inunda de tu recuerdo embelesado
y se detiene en los camino de tu alma.
Te confieso que soy esclavo de tus cabellos
pues su dulce soneto sedujo mi mirada.
Te confieso que solo en silencio te contemplo,
besando tu recuerdo en la efímera distancia.
Tu imagen se coló fugazmente en mis pupilas,
sin explicación te grabaste en mis pensamientos
y se sentó tu imagen en una esquina
de mi corazón que a diario besa tu recuerdo.
Hoy decidí escribirte en medio de este desvelo
que ya no concibo mi vida sin tus sonrisas,
que siempre te dibujo en cada uno de mis sueños
deseando de tus manos: sólo una caricia.
No me pidas motivos ni razones que puedan
explicar lo que siente mi piel cuando me miras,
pues morir en tus labios es lo único que anhela,
¡Morir! y con tu dulce aliento volver a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario