miércoles, 15 de agosto de 2012

Cuando han pasado los años (Antonio Jurado)


Los padres lo dieron siempre todo por nosotros. 
Día tras día, año tras año, toda su vida.

Y aunque era su obligación criarnos y educarnos, 


corregirnos los errores, vernos crecer y volar,
se podían haber quejado si no les dimos buen trato,
pero ellos sin embargo lo hicieron sin rechistar.

Cuando ya son viejecitos y los hijos ya se han ido,
viendo su nido vacío, aparece la nostalgia
y van perdiendo la fuerza que tenían para luchar.
Es entonces, que en su casa se instala la soledad
y la vida nos enseña que los hemos de ayudar.

Debemos dedicarles todo el tiempo que necesiten,
el que haga falta, hablar con ellos, escucharlos,
comprenderlos, ayudarlos, reír e incluso llorar
y cuando el corazón nos lo pida o cuando
nos demos cuenta de que decae su moral,

abrazarlos y besarlos, decirles que los queremos,
para que ellos no se inquieten y que sean más felices.
Se merecen todo lo que necesiten de nosotros
y si fuera posible, que lo es, todavía mucho más.
Lo que hicieron por nosotros no se nos debe olvidar.

Pues quién respeta a sus padres y ama a sus hijos,
toda la eternidad hallará en Dios cobijo.

martes, 14 de agosto de 2012

Libertad número 37 (Anthony Molina)


Es tan difícil nombrar esperas,
esas enemigas invisibles que te arrastran al silencio,
que te hacen caer en la angustia, en la desesperación.
Sé que es inevitable abrirles la puerta
e invitarlas a sentarse en tu sala,
a veces acompañadas por un café de media tarde,
por un libro que nunca se termina de leer,
por el repertorio de canciones que has guardado en los bolsillos durante tantos años
o con un recuerdo que te haga sonreír...

Pero es tan difícil tocar las esperas,
y hacer de cuenta que tus labios no se rompen,
que tu respiración no se apaga
y que el pecho no te estalla 
como un universo destinado al olvido.
Son enemigas invisibles 
que te hacen el amor mientras duermes,
que te sacrifican mientras tus ojos cansados de tantos desvelos 
comienzan a enamorarse del vacío 
y a coquetear con la almohada.

Sombras (Eve Violeta Gauna)

Yo no tengo sombra
me he robado del día
y entregado
a una noche
oscura, oculta,
noche siempre.
Una vez tuve sombra
la dejé dormida
entre la vida
de un sueño
y el sueño
de una vida.
Ahora, ella duerme
y yo, a veces,
la recuerdo.

lunes, 6 de agosto de 2012

Perdida (Inma Diez)

Perdida tras sus pasos
va en busca de una aurora
mientras la luz nocturna
motea sus cabellos.

Tierra nunca sembrada
de soledad nutrida
salpicada de luna,

como amante, el silencio.

Ahora que languidece
y es volcán apagado
lleva a cuestas su vida
tras la costra del tiempo.

Ahora que ya desciende
por la última pendiente
tal vez ahora suspira
por un pasado incierto.

Perdida tras sus pasos
salpicada de noche
mientras la luz nocturna
motea sus cabellos.

Soledad (Ana Maritza de Schwarzl)

La soledad y yo juntas 
nos despojamos del miedo, 
deshojando las heridas 
que en nuestro cuerpo se anidan. 


A veces es tan amarga
la soledad que calcina,
otras veces es amiga
y disfrutamos unidas.

En las noches tu me buscas
para escribir poesía,
eres musa y eres canto
que mimosa me enamora.

Soledad, sangre que brota
angustias, gritos y salves,
eres tú la que en mi vive
o soy yo la que en ti danzo.