Poema (Oscar Recio)
Dejadme los ojos vacíos de ciudad,
apartadme de los humos y los susurros
egoístas y ahogados de las máquinas,
dejadme los ojos vacíos de ciudad,
de los coches indigestos y maldito,
de los trajes errantes y sin dueño...
Sí, dejadme los ojos vacíos.
Alejadme de los caminos llenos de piedras,
de los miedos inseguros y cobardes,
de los intentos a medio hacer de los
sentimientos que aspiran a estar llenos...
Alejadme, deprisa, de la maraña tenebrosa
de hollines y cenizas, de las chimeneas
que escupen hacia abajo,
de los cielos ancianos y llenos de canas
grises y cansadas que no se limpian.
Sí, alejadme de los caminos.
Y cuando la mayor parte de su espacio
esté, por fin, un poco limpio de sí mismo,
cuando los miedos y las iras se hayan ido,
llamadme entonces, sí, llamadme entonces.
Que entre tantas piedras y desiertos
Pueda encontrar un árbol donde descansar.
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