Se ha impregnado en mí tu presencia,
a tal punto que hasta la soledad se niega
a acompañarme…
Hay aquí tanto olor a ausencia…
Hay aquí tanto vacio que me veo
al espejo y me pregunto si ese soy yo.
Esta casa evoca una tristeza
que consume mi corazón hasta
marchitarlo y ya no sé si vivo o no.
Soy como un desierto o como una playa
a la que las olas le han borrado las huellas
de cualquier recuerdo.
La nostalgia me engaña con espejismos,
de cosas que pudieron ser pero nunca
fueron….
He cauterizado mis heridas,
pero las cicatrices siguen allí,
allí donde duele tu ausencia.
Me consumo a fuego lento,
en una agonía que no acaba,
es que soy un alma en pena.
Un alma que purga el amor
que te tuvo como si hubiera sido
un pecado mortal.
Soy un penitente errante al que
el presente le es esquivo…
Por andar vagando en el pasado.
Un pasado dónde estabas tú…
Un pasado que no tiene camino
de regreso.
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