Una CARICIA nace de un sentir; de un deseo interno
que reclama el roce de piel con piel.
Se origina en medio de una búsqueda continua
entre palpar o imaginar; entre principio y final.
Es el reflejo de nuestros impulsos:
el comienzo de atraer con magnetismo
aquello que nos despierta ciertas sensaciones
y entregar en un simple "tocarnos" lo que sentimos.
que reclama el roce de piel con piel.
Se origina en medio de una búsqueda continua
entre palpar o imaginar; entre principio y final.
Es el reflejo de nuestros impulsos:
el comienzo de atraer con magnetismo
aquello que nos despierta ciertas sensaciones
y entregar en un simple "tocarnos" lo que sentimos.
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