martes, 8 de febrero de 2011

Amores a la deriva (Bob Aureli)

Esta alma sin ancla, que vaga solitaria
en busca de perdidos atraques,
calientes presencias,
del tiempo nunca deslustrada,
todo ahora viva en mi mente
como las rocas que padecen las oleadas,
pero no cambian de aspecto al marinero
y a ti, que náufrago, tardaste a largo
a sus orillas.

Aparece grande este último dolor,
todavía herida sangrante,
pero lo primero, si cavas en el recuerdo,
no fue menos angustioso
Reves claro, si incluso con nuevos ojos,
su desesperación,
qué fue la misma tristeza tuya,
de donarle mucha pena,
angustia privada de resignación,
certeza de tener con ella compartido
un rasgo de camino.

La vida de dos corazones
confusos de promesas,
de alegrías, de engaños y de dulzuras,
el frìo de los inviernos,
y luz
de muchas primaveras.
Las mil noches a perseguir el olvido,
en los cuerpos asustado de caricias,
buscando la respuesta que a nadie
es dada de saber.

su color,
pinchémonos con sus espinas
y asistamos a su entierro
entre las páginas de un libro,
ese libro que abrirás años después
y te asaltarán los recuerdos.

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