martes, 6 de diciembre de 2011

Vísperas (Naucan Figueroa)


La mañana cae sobre el burdel
y anochece
en la piel de la mujer.
Surgen verdugos con sonrisa de madre.
Las pequeñas prostitutas deben plegar sus alas
y volver del amor al nido vació;
la ciudad 
se llena de sirenas
y premuras; de autos 
y de miedos;
todos salen a la calle 
despertando los juegos
en la plazas. Los puentes 
que nos separan
giran en el mundo, mendigos
del tiempo. Manos vacías 
y lejanas
nos saludan. Ellas 
dejan sus pequeños
corazones quietos para que no los arrebaten.
La humanidad se quita el velo
y danza desnuda. Salomé 
pierde la cabeza;
entonces, el profeta eyacula su verdad
sobre el cuerpo insondable de una elegida meretriz.

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