miércoles, 7 de diciembre de 2011

El huérfano feo (Miguel Rubio)

Cuando nací quedó ya claro
que mi destino era ser huérfano.
Nací tan terríblemente feo
que nada verme mis padres
mi mamá se vistió corriendo
y se fueron del hospital sin pagarlo.

Tres días estuve en la cuna

hasta que tuvieron ya claro
que no era un ente extraño
y aunque con un voto en contra
me declararon humano.
Ya pudo irse a su casa
tranquilo el veterinario.

Pasé a depender de Servicios Sociales

y allí estuve hasta los treinta años.
Cuando venían a adoptarme
los posibles padres adoptivos
comenzaban a dar gritos
o los mas sensibles y aprensivos
caían de espaldas al suelo
por un fulminante desmayo.

Una vez que pasó cerca un Circo

casi,casi me adoptaron.
Pero era un mal negocio.
Si formaba parte de su plantel de mostruos
conmigo comparados
parecían casi guapos.

Trabajé una temporada

en un espectáculo ambulante
pero cuando llegaba a los pueblos
todos los habitantes
se encerraban en la iglesia,
los niños llorando
y los adultos llenos de miedo.

Ahí cambió mi vida,me dí cuenta,

que conmigo se multipicaban los rezos.
Así que hablé con cada cura
de cada iglesia de cada pueblo.

Y ahora vivo muy bien,

cinco euros por cada Ave María
y diez por cada Padre Nuestro
Los rosarios los cobro aparte
lo mismo que las apariciones,
El Día de Todos Los Santos y las procesiones.

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