domingo, 21 de agosto de 2011

Miedos y silencios (Anthony Molina)

Hay veces que siento crujir la espalda de la noche
como si fuesen los pasos moribundos de un bostezo,
pero al cerrar las auroras taciturnas en mis ojos 
solo encuentro vacíos experimentales, miedos y silencios. 

Miedos que se enfrentan a la necesidad inmensa de amarte,
miedos blandos, grises, fugaces, caprichosos e inciertos
que despojan las paredes triangulares en mi mente,
hurgando una duda olvidada de apócrifos momentos. 

Miedos que te aman, que te anhelan, que te gritan
y arrojan a la textura furtiva de una mañana,
para dejar de sentirse como soles moribundos
que despiertan en la esquina opuesta de la cama.

Miedos exprimidos, amontonados como rocas 
en la orilla de una playa de perfumes y sentencias,
miedos que te extrañan, miedos deprimidos y abrigados
con los estúpidos y censurados ocasos de mi lengua. 

Hay veces que veo morir silencios 
en una ventana que empaña aforismos cuadriculados,
 degradándose el color apagado de la razón
para no ser "espacios suicidas" lejos de tus labios. 

Silencios que se convierten en ausencias
cuando se niegan el placer de recordarte,
silencios de cristal, azules, que se rompen 
en la caricia divorciada de anhelarte. 

Silencios que se enfrentan a la duda eterna de gritarte,
silencios dóciles, sellados, medidos y calcados 
en la repisa de un crepúsculo que titubea por besarte.

Silencios que te extrañan, que te adoran,
silencios que se acomodan en los bolsillos de tu falda,
silencios que se exprimen la existencia 
para fugarse con mis miedos en el alba... 

Con esos miedos exprimidos que se amontonan 
en las rocas de una playa con perfumes y sentencias,
con esos miedos que te aman y te abrigan
en los censurados ocasos de mi lengua.

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