Mi soledad no es solamente esto,
no son las tardes en que bajo la guardia
y me buscan las sombras.
Más allá del libro abandonado en el estante
y la cama partida
y el bol con telarañas,
mi soledad es un tratado de costumbre;
No es tan sólo el suspiro
que padece amordazado a fuerza en la garganta,
ni teorías de ausencia y ojos tristes;
Mi soledad es hiedra sucesiva trepándome la sangre;
Es la muda estridencia de un silencio
que restalla sin nombre.
Mi soledad es eco de mis huesos,
La maquina indomable
que me arrastra a reunir los pedazos de memoria
para darme existencia.
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