En el lienzo, traspiran tus ojos
y humectan la tierra en clave.
Cae la tarde sobre tus senos
y el contenido del ocaso deja
sus dedos marcados.
El fuego pasional quema la témpera.
Se avecina el collage de tu cabellera,
sedosa y rubia,
sobre el campo nutrido
de espigas maduras.
¡El arado te peina,
y el sol y el viento
te barnizan en una postal!.
Eres una sonrisa que cautiva
a lo largo y ancho de la geografía;
el diámetro finito del hombre
que espera de tu seno erguido
el aliento...
y la gracia de tu pan.
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