miércoles, 14 de marzo de 2012

Tengo que confesarlo (Articularte)

Y sí, tengo que confesarlo.
No puedo.
Cómo escribir. Transcribir los abrazos que no me has dado. Narrar el orden de todos estos besos abortados. Describir el sabor de las caricias extinguidas. Secuenciar miradas huidas, verbos ahogados… es difícil. Ni siquiera complicado.
Contar una a una las palabras que ya no compartes. Reseñar los puntos suspendidos. Referir cualquier acción tras el mutismo de un deseo mutilado. Relatar algo después de un punto y aparte. Caligrafiar si acaso lo acontecido. Enmendando el garabato de lo vivido.
Cómo redactar intenciones disimuladas. Expresarlas si quiera, si están prohibidas. Componer ni un sólo verso perverso que me delate y exhiba. Escoger cualquier pronombre equivocado. Desacertar la palabra precisa.
No puedo.
Cómo escribir. Condenando el presente al participio acabado. Ni narrar, ni contar, ni exponer, ni recitar… no decir. Callar. No es fácil. No es complicado. Es imposible condensar toda una víscera en cuatro líneas, ni resumirla a penas en ningún relato.
Sí, tengo que confesarlo.

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