domingo, 4 de marzo de 2012

¿Los fantasmas están aquí o allá? (Juani Garrido)

El camino se desdibujaba delante de ellos, la bruma de la mañana apenas les mostraba el paisaje que ante ellos tenían, los cuatro amigos no paraban de charlar mientras intentaban descifrar las indicaciones que abajo les habían dado sobre la localización de su destino.
Habían decidido pasar unos días aislados de todo el mundo, en las mochilas que cargaban llevaban todo lo necesario, necesitaban descargarse de la polución y el estrés que la ciudad acumula en tu cuerpo y mente.
La casa que buscaban se encontraba escondida entre naranjos tan altos como la casa misma, los castaños, árboles de laurel y algún limonero solitario daban su toque de color  al siempre verdoso predominante.
Dejaron caer las mochilas en la misma entrada de la casa, no tenían prisa por ver en que estado se encontraba, el entorno invitaba a pasear, tenia el aire misterioso que da la bruma baja, todo húmedo que no acababa de secar el tibio sol de Septiembre.
Después de recoger varias frutas para su improvisada despensa, decidieron adentrarse en la que seria su lugar de descanso durante los días siguientes.

Nada mas entrar predominaba el antiguo lar que hacia también de chimenea, aún conservaba en uno de sus lados una banqueta ennegrecida y encima de ella una gran cacerola de cobre que había visto mejores tiempos.
A la izquierda de la habitación subía una escalera de caracol al piso superior, se encaminaron hacia ella ante el lamento del piso de madera que crujía bajos sus pasos.
Arriba predominaba una cama con la madera carcomida, un halo de luz proveniente de la claraboya del techo la iluminaba, en un lado una coqueta con su espejo que ya no podía devolverte la imagen y a sus pies apoyada, un lapida olvidada, no tenia inscripción alguna.
Se rieron de semejante hallazgo, inventando historias de por que se encontraba allí, sin darle mas importancia bajaron de nuevo y comenzaron a adecentar la casa , cuando se sintieron satisfechos de su trabajo ya el sol se había puesto, encendieron el antiguo lar para dar luz y calentar la habitación donde ya se comenzaba a notar el frío de la noche que se avecinaba.

Una velada como siempre amena, pero no muy larga , pues el día había sido agotador, acabo con el pequeño grupo metidos en sus sacos, mirando ensimismados las brasas del fuego que iba muriendo lentamente.
Debieron quedarse dormidos apenas sin darse cuenta, cuando un ruido del exterior despertó a dos de ellos, se quedaron en suspenso esperando oír de nuevo el ruido que habían escuchado. Hay estaba otra vez, era como un grito agudo entrecortado y repetitivo, se sentaron casi al unísono y despertaron a los amigos que tenían el sueño mas profundo.
Encendieron de nuevo el fuego entre risas nerviosas y susurros, apenas se atrevían a levantar la voz y fuera a intervalos que no podían medir, el insistente grito agudo, a sus mentes llego la imagen de la lapida que descansaba por encima de ellos.
Cada uno tenía sus propios miedos ante no saber que podía pasar, en el fondo sabían que no existía el mas allá, pero esa noche el temor casi se estaba apoderando de ellos.
Decidieron tras una pequeña charla donde les costo ponerse de acuerdo, salir todos juntos para ver si descubrían quien o que emitía ese grito.
Abrieron la puerta lentamente y uno a uno comenzaron a salir, un grito de miedo salio de sus gargantas cuando un búho asustado por la inesperada presencia alzo el vuelo mientras emitía su incantable grito.
 Uh uh, uh uh .

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