sábado, 31 de marzo de 2012

La herida (Kasandra Torres)

Turbada, envuelta en una hoguera hosca.
Y con lascivas navajas cayendo coléricas
en una sola herida escondida en la sombra.
Mi sangre se hizo llanto y mi llanto, sequía.

Jamás desembocará en el océano del mañana
el eterno río indócil de los sueños cándidos,
ni bañará sus aguas, las memorias cansadas,
ni fluirá cristalino, hacia el destino perdido.

Fui por la vida escondiendo mi herida
en sonrisas niñas, en mascaras vacías.
Y yo, no hacia más que preguntar ¿Por qué?
por qué, a la mismísima canción de cuna
incurrida entre velos de nubes incautas.
La mismísima que tú y yo entonamos,
en el mismo vagón perdido, en antaño.

Los caminos de las palabras punzantes
de las manos duras, de las miradas tenaces
de las manos blandas, dictaron que olvide.
Sobre memorias blancas impenetrables,
me forjaron inmaculadas vidas irreales,
me anclaron razones para no estar triste,
para no escribir sobre el espejo: ¡resiste!

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