Doce grados bajo cero,
invierno
mañanas grises con
cuervos negros.
Sea quizá, la luz de la primavera
la misma que se precipita como lluvia áurea
sobre nuestros sentimientos,
y el verde que sube repentino hasta
nuestros corazones inundándolo todo.
Quizá los violines de noviembre,
tal vez un amor de otoño o esa
última carta llegada desde el país lejano.
Seguramente es todo esto y mucho más.
Es también la necesidad hecha inspiración,
el vacío cultural transformado en impulso y
como resultado este instante
donde juntos lanzaremos esta
“Barca de Papel “ por la ribera del Danubio.
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