Los que sobrevivieron enloquecieron, es decir dejaron de buscar. Se
sacaron los ojos y rieron. Impedidos de encontrar la verdad, se
sintieron dichosos. Comieron de sí mismos, recorrieron de punta a punta,
asombrados, la sombra eterna que proyectaban sus miradas.
Uno a uno fueron saliendo de entre las ruinas, abriendo su pecho y aprendiendo el vocabulario secreto del nuevo sol.
Construyeron,
solo por placer, enormes torres flotantes que cambiaban de color
dependiendo de la temperatura ambiente. Cavaron también profundos
túneles ciegos, cada uno de los cuales los llevaba a recorrer un país
deshabitado distinto.
Amasaban con sus manos hermosas
auroras al caer la tarde, en donde los pájaros, aun borrachos de
radiación, lavaban sus alas y pico con gran rigurosidad.
Algunas
noches miraban al cielo, no buscando respuesta, sino que enviando
mensajes de luz. El cielo les respondía lanzando inquietantes tormentas
ácidas.
Ayudaron a salir al último hombre desde la
caverna de Platón y lo prepararon adecuadamente para poder mirar al sol.
El fingió paz y se internó silencioso en el laberinto con los demás.
Cuando
llegó el día todos ellos estaban preparados. Caminaron lentamente hasta
llegar al gran cráter dejado por la explosión. Se tomaron de las manos
sin tocarse y lloraron al unisonó cantando hacia adentro una canción
primigenia basada en la historia circular del tiempo.Se produjo un
silencio absoluto bajo la atmósfera. Las aguas se detuvieron, estallaron
todas las piedras, los cadáveres rotaron dentro de su lecho para
presenciar el momento crucial, los pensamientos se hicieron sólidos
cayendo de pesadamente sobre suelo inestable...desde los agujeros se
asomaron seres inverosímiles, mezcla de hombre y de todas las especies
existentes.
El universo, en ese momento, giró en 180º y
comenzó a retroceder en su andar, desasiendo el camino y comenzando el
recorrido de vuelta al punto 0.Y así la vida tuvo una nueva oportunidad,
comenzando de nuevo, de atrás hacia adelante, la historia se hizo
airotsih, siguiendo el plan inicial celestial, retornar, una vez
cumplido el ciclo, al núcleo de la célula madre universal.
Cuando los hombres comenzaron a despertar, la niebla radioactiva caía lentamente sobre sus hombros desnudos.
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